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¡¡Terminó el curso, profes!!

Acaba el curso y es tiempo de vacaciones, de reflexión, de pensar en cómo lo he hecho y qué resultados he conseguido; y en cómo me voy a preparar para el próximo curso.

Es hora de pensar qué más voy a hacer en el próximo curso para mejorar los resultados obtenidos de mis alumnos, y por tanto los míos.

Porque si mis alumnos aprueban o suspenden gran parte de la responsabilidad es suya, pero también es mía (100% - 100%). Me explico, cuando yo observo que un alumno no consigue alcanzar los mínimos objetivos,  yo -como profesor-, como el que tiene un papel fundamental en su desarrollo, debo de reflexionar en qué le pasa y qué puedo hacer para ayudarle a interiorizar los conocimientos que yo doy en clase. Y … además, ... no quedarme ahí, sino dar un paso más y pensar qué más puedo hacer por él. Seguro que hay más cosas que puedo hacer. Unas no las conoceré pero depende de mí investigar hasta conseguir saber más y más; y otras, si sé pero que por falta de tiempo, de política del centro, etc .., no las habré podido aplicar. Y si sus resultados son buenos, también seré el responsable de sus éxitos.

No todas las personas tenemos la misma capacidad de aprendizaje, sino que afortunadamente todos somos diferentes. Y si eso, nos enriquece para la sociedad, para la vida diaria, por qué no para el aprendizaje. Si, como ciudadanos, luchamos por la igualdad en resultados y aceptamos que tiene que haber personas de diferentes religiones, culturas, razas, sexo o nacionalidades, ¿por qué no aceptamos que aprendemos de formas distintas y que cada uno tenemos un estilo diferente de aprendizaje? 

Nuestra labor como docentes, no solo es facilitar el conocimiento, sino participar en el desarrollo de aprendizaje de nuestros alumnos. Y ello se consigue, además de dar la materia, valorando lo positivo que pueda hacer el alumno y motivándole para que consiga mejores resultados. Es decir, no solo escuchar para corregir, sino escuchar para el aprendizaje.

Estas vacaciones, ¿descansarás para desconectar o para prepararte?

(II parte) Todos los alumnos quieren aprender. Lo que no saben es que hay diferentes formas de hacerlo

(Continuación de la I parte....)


No todos los alumnos son iguales y los hay con dificultades de aprendizaje o algo más rebeldes. ¿Cómo debe un profesor actuar en estos casos?
Afortunadamente, no todos somos iguales. Somos rebeldes porque nos sublevamos al no conseguir los resultados que esperamos. Si queremos un objetivo y nuestro empeño por alcanzarlo no se ha trabajado lo necesario o no se ha hecho adecuadamente, nos molesta y nos enfadamos con el mundo, provocando que desistamos. Nos colocamos en un estado de victimismo y rebeldía. Lo contrario sería repasar qué es lo que nos ha faltado, volviendo sobre nuestros pasos y buscando la forma de conseguirlo.
Para un profesor siempre será más motivador tener una clase de alumnos que estén deseosos de aprender y que lo hagan al mismo ritmo. Todas las personas quieren aprender, sin embargo no todos aprendemos de la misma manera. A aquellos que no lo hacen por los conductos normalizados, les denominamos como alumnos con “problemas de aprendizaje”. Al ser alumnos que no atienden igual que el resto de la clase, dificultan la tarea del profesor. Eso no significa que esos alumnos no quieran aprender. Eso significa que necesitan que su aprendizaje sea diferente.
¿Por ejemplo?

Todos las personas/alumnos quieren aprender. Lo que no saben es que hay diferentes formas de hacerlo. (I parte)

Resumen (1 parte de la entrevista publicada en El aula de Papel Oxford )
¿Cómo defines el Coaching Educativo? ¿En qué consiste?
El Coaching es un método de aprendizaje que se produce por la reflexión de las preguntas que realiza el coach a quien desee conseguir un objetivo y por sí mismo no lo alcanza. El Coaching Educativo es el conjunto de las herramientas que se facilitan para adquirir habilidades y competencias en el aprendizaje en los Centros Educativos, tanto a profesores, tutores, dirección, alumnos y padres.
A través del Coaching, cambiamos el punto de observación que tenemos, mejoramos las relaciones, intensificamos las fortalezas de cada uno, respetando y valorando las particularidades del alumno (de la persona) y fomentamos la autoestima, con el único fin de que los alumnos den lo mejor de sí mismo y sepan orientarse hacia la excelencia, entendiendo que la excelencia es dar lo mejor de uno mismo, sin comparaciones ni competiciones.
¿Qué te llevó a especializarte en coaching educativo?
Cuando me formaba como Coach, pensé que si desde el colegio, cuando somos pequeñitos, nos ofrecieran estas herramientas, si los profesores tuvieran estas competencias de Coaching, los alumnos serían mejores y los resultados serían los soñados por todos (profesores, alumnos y padres). Sin embargo, la educación de mi época estaba más pendiente de las modelos educativos que de los alumnos. No se ocupaban de las personas, sino de las normas y los resultados finales. Sirva como ejemplo la experiencia que me contó un profesor retirado. Con ella se puede apreciar cómo va cambiando la educación. Afortunadamente poco a poco se van incluyendo las competencias de Coaching en los doctorados y másteres.

De la confianza, al compromiso y a la obtención del objetivo educativo

Al final de este post te reto. ¿Te atreves?

..

La confianza es lo que nos permite relacionarnos con otras personas y alcanzar el desarrollo necesario para seguir avanzando en nuestros objetivos. Necesitamos de la confianza que nos den otros y confiar en otros para evolucionar. La confianza es algo que depende de dos partes: la del otro (que puede ser individual, o colectiva) y la mía. Necesitamos confiar y ser confiables para alcanzar los objetivos que nos marcamos.
Confiamos en alguien cuando respetamos el ser legitimo que es. Los juicios que hacemos hacía ese ser se basan en la construcción de las acciones para alcanzar el objetivo, sabiendo separar las diferencias que tenemos los seres humanos, pero respetando el ser legítimo que somos cada uno de nosotros. 

¿Conocéis el cuento Cartas de Teddy de Elisabeth Silance (1976)?

Su nombre era Señorita Thompson. Allí estaba ella, de pie, frente a su clase de 5º curso en el primer día de clase, contando una mentira a sus alumnos. Como la mayor parte de los profesores, ella les miró y les dijo que a todos los quería por igual. Pero eso no era posible, porque allí, en la primera fila, desparramado sobre su asiento, estaba un niño llamado: Teddy Stoddard. 

La señorita Thompson había   estado observando a Teddy desde el año anterior y había notado que él no jugaba con otros niños. Su ropa estaba muy descuidada y constantemente parecía necesitar   un buen baño. Por si esto fuera poco, Teddy sabía como ser un tanto desagradable. Llegó un momento en que la señorita Thompson disfrutaba poniéndole malas notas a Teddy, y en  sus deberes marcándole con una gran X, colocándole un cero muy llamativo en la parte superior de sus tareas.
En la escuela donde la señorita Thompson enseñaba, era obligatorio revisar el historial de cada niño, aunque ella dejó el expediente de Teddy para el final. Sin embargo, cuando ella repasó su expediente, se llevó una gran sorpresa. La Profesora del primer curso escribió: "Teddy es un niño muy brillante de risa fácil. Hace su trabajo de una manera limpia y tiene muy buenos modales... es un placer tenerlo cerca". La profesora de segundo curso escribió: "Teddy es un excelente estudiante y muy apreciado por sus compañeros, pero se nota preocupado porque su madre tiene una enfermedad incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil".
La profesora del tercer curso escribió: "Su madre ha muerto, ha sido muy duro para él. El trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padre no muestra mucho interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si no se toman ciertas medidas". Su profesora de cuarto curso escribió: "Teddy se encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y no muestra mucho interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones se duerme en clase".
Entonces la señorita Thompson se dio cuenta del problema y se sentía avergonzada. Ella comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos les llevaron sus regalos de Navidad, envueltos con preciosos lazos y papel brillante, excepto Teddy. Su regalo estaba mal envuelto con un papel amarillento que él había tomado de una bolsa de comestibles. A la señorita Thompson le dio pánico abrir ese regalo delante de los demás niños. Algunos de ellos, comenzaron a reír cuando ella abrió su regalo, era un viejo brazalete con piedras falsas   y un frasco de perfume medio vacío. Ella detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete mientras se lo probaba y se colocaba un poco del perfume en su muñeca.
Ese día,  Teddy Stoddard se quedó el último de la clase para decirle a su profesora: "Señorita Thompson,  hoy usted huele como solía oler mi mamá".
Después de marcharse el niño, la profesora   se quedó sola llorando, al menos, una hora.
Desde ese día, ella dejó de enseñarles a los niños aritmética, a  leer y a escribir. En lugar de eso, comenzó a educar a los niños. La señorita Thompson puso atención especial a Teddy.

Conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo apoyaba, más rápido respondía él. Al final del ciclo escolar, Teddy se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase y a pesar de aquella mentira que dijo a principio de curso de que quería a todos sus alumnos por igual, Teddy se convirtió en uno de los alumnos preferidos de la señorita Thompson.

Un año después, ella encontró una nota debajo de su puerta, era de Teddy. En la nota decía que ella había sido la mejor profesora que había tenido en su vida. Seis años después, por las mismas fechas, recibió otra nota de Teddy, ahora escribía diciéndole que había terminado la enseñanza superior  y que ella seguía siendo la mejor profesora que había tenido en toda su vida. Cuatro años más tarde, recibió otra carta que contaba que a pesar de que en ocasiones las cosas fueron muy duras, había seguido estudiando y pronto se graduaría en la Universidad con los más altos honores. Él le reiteró a la señorita Thompson que seguía siendo la mejor profesora que había tenido en toda su vida y era su favorita. Años más tarde recibió otra carta. En esta ocasión le explicaba que después de terminar sus estudios en la Universidad, había  decidió viajar un poco. En la carta le explicaba que ella seguía siendo la mejor profesora que había tenido y, por tanto, su favorita. La carta estaba firmada por el Doctor Theodore F. Stoddard. 

La historia no termina aquí. Aquella primavera llegó una carta más, esta vez para informar que había conocido a una chica con la cual iba a casarse. También explicaba que su padre había muerto hacía un par de años y se preguntaba si,
en su boda, le gustaría ocupar el lugar que usualmente se encuentra reservado para la madre del novio.
Por supuesto la señorita Thompson aceptó y sabéis qué?... Ella lució aquel brazalete, el de las piedras falsas, con alguna menos, y se aseguró de llevar el mismo perfume que usó su madre en la última Navidad que pasaron juntos.
Se dieron un gran abrazo y el Dr. Stoddard le susurró al oído, "Gracias Señorita Thompson por creer en mí. Muchas gracias por hacerme sentir importante y por mostrarme que yo podía cambiar".

Con lágrimas en los ojos, la señorita Thompson tomó aire y le dijo, "Teddy, te equivocas,  fuiste tú  el que me enseñó que yo podía cambiar. Hasta que te conocí, yo no sabía lo que era enseñar".

¡¡Gracias por la lección!!

Te imaginas que tu compañero de trabajo le dijese al Jefe que su bonus te lo diese a ti porque te lo mereces más que él??. Si, si, has leído bien, Imagínatelo por un momento … ¿qué sientes? Ya sé que tienes que imaginar mucho, pero imagina, imagina … Por un momento  piensa en tu trabajo, en tus compañeros, en tu jefe, en vuestras relaciones y vuestras competencias y funciones. 

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 Imagina que estás en la oficina y te llama tu jefe . Caminas hacia su despacho, llamas a la puerta y escuchas la voz de tu Jefe que dice “pasa”, mientras giras el pomo de la puerta no alcanzas a comprender para qué te llama si ya le viste esta mañana. Para sorpresa tuya, cuando estás dentro descubres que, además, hay un compañero con el que trabajas y a la vez compites el día a día. Justo cuando te encuentras delante de él te dice: “Fulanito, quiero que sepas que estamos muy contentos y orgullosos de tu trabajo” (y tu ya por dentro estás pensando … pero qué me vas a decir…, acaba ya¡¡¡¡¡¡). Mientras te saca la mejor sonrisa, prosigue explicando …. “como te decía………. tu compañero, aquí presente, ha decidido que tú trabajas mejor que él y que el bonus que tenía preparado para él, te lo dé a ti porque tú te lo mereces más que él. Y como apoyo su buen gesto, queremos hacerte entrega de él”.
Y tú te preguntas ¿dónde está la cámara oculta? o ¿dónde el engaño? Así reaccionamos los mayores ante una noticia que no pensamos que nos puede ocurrir a nosotros.

Esto mismo es lo que le ocurrió al Espanyol en el partido de futbol de alevines del Sevilla – Espanyol. Resulta que el partido lo ganó el Sevilla pero todo el equipo decidió entregar el trofeo al Espanyol por haber realizado un partido notable, donde sus jugadores, de un año menor, jugaron muy bien y fueron unos caballeros durante todo el partido. Eso son equipos. ¡¡ENHORABUENA!!!   y  gracias por dar lecciones.

Casi la distancia Madrid - Pekin es lo que representan los parados en España

“Casi 5 millones” no es un número, ni una cifra, ni tan siquiera una frase adverbial, lo único que es, es una tragedia. Una tragedia que viven 4.910.200 personas en España. Lo que sitúa la tasa del paro en un 21,29%. Estas personas tienen nombre, apellido y una vida detrás. De ellas, 1.386.000 de familias tienen a todos sus miembros en el paro. Son datos del INE de abril 2011.

Si por un momento todas estas personas, es decir los 4.910.200 parados, unieran sus manos (ocupando 2 mts x persona), podríamos cubrir 9.820 km. La misma distancia del perímetro de la costa española, los aproximadamente 7.880 kilómetros de nuestra costa española de la península ibérica, más las costas de todas las islas baleares y canarias, más Ceuta y Melilla, que todo junto suma una extensión de unos 8.750. km (toda España). Y aún quedarían 1070 km que son casi los kms que hay en línea recta desde Cádiz hasta las Islas Canarias. O lo que es lo mismo, los 9.820 kms es casi la distancia que separa Madrid Pekin.